El camino del suplicio
En la era de los mayores avances en tecnología y ciencia, dónde hemos superado la frontera de lo nano para construir los primeros microcircuitos en ångström (Å), una diezmilmillonésima parte de un metro. Dónde hemos podido ver en tiempo real un virus replicarse en una célula sana con ayuda de poderosos instrumentos de laboratorio.
En la actualidad cualquier teléfono inteligente tiene más poder de cómputo que todo el equipo electrónico a bordo del Apolo XI que puso al primer hombre en la superficie de la luna.
Aún conociendo de tales proezas, es increíble que existan personas quienes dudan de la eficacia de las vacunas desarrolladas en poco más de 9 meses para controlar la propagación del virus SARS-COV2, y evitar innumerables muertes en todo el mundo.

Aún más curioso que piensen que serán controlados por una vacuna cuando el bombardeo mediático del establishment los controla desde hace mucho tiempo. No hay algo como la panacea para el nuevo coronavirus pero las vacunas funcionan y son nuestra arma más avanzada para cuidar del destino de la humanidad.
La economía del mundo, de México y de nuestros municipios se ha visto muy comprometida por el cierre de comercios y centros de trabajo, la pérdida del ciclo escolar y el desabasto de muchos artículos prioritarios en estos momentos que debido a su escasez, son objeto de abuso en su precio.
Tal es el caso del oxígeno que además de escasear, se ha convertido en un producto de vida o muerte. No cabe duda que no estábamos preparados para una pandemia, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos municipales y la población conciente (que sí la hay), nada nos preparó para aguantar 2 años con un comercio incipiente, reducción en la demanda de muchos productos y el acaparamiento de otros para hacer de la necesidad una Zafra alterna.

Los cubrebocas que hace 2 años no superaban un peso con 50 centavos, llegaron a costar hasta 5 pesos, y los denominados N95 de marcas internacionales pasaron de costar 50 pesos a valer más de 400.
En esta situación nos hallábamos hace unos meses y logramos superarla, no sin antes ver partir a muchos familiares, amigos y conocidos.
Solo el esfuerzo colectivo entre la ciudadanía y los gobiernos locales nos permitirán recuperar el camino perdido en lo económico, social y político. ¡Vacúnate! Es el primer paso para salir adelante como civilización.
Por Erasmo Fernández Román
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