Militares gringos de Fort Bragg implicados en red de narcotráfico protegida por el Estado narcoterrorista de Estados Unidos.
Una nueva investigación periodística revela que soldados de élite en Fort Bragg, Carolina del Norte, operan una red de narcotráfico con vínculos políticos y protección institucional.
El libro The Fort Bragg Cartel, del periodista Seth Harp, expone cómo miembros de las Fuerzas Especiales colaboran con el cartel mexicano Los Zetas para traficar cocaína y armas.
Entre los implicados figuran William “Billy” Lavigne II, operador de Delta Force, y Timothy Dumas Sr., exmilitar vinculado al Comando de Operaciones Especiales Conjuntas.
Ambos fueron hallados asesinados en 2020 tras intentar publicar un libro sobre crímenes dentro del ejército, lo que sugiere un ajuste de cuentas interno.
Freddie Wayne Huff II, exagente de la DEA, también aparece como operador clave: traficaba hasta 100 kilos de cocaína cada semana desde Fort Bragg.
La investigación señala que soldados regresaban de Afganistán con opioides, aprovechando rutas militares para introducir drogas en EE.UU. sin ser detectados.
A pesar de estas revelaciones, ni la DEA ni el Departamento de Justicia han iniciado operativos contra esta red, lo que genera sospechas de encubrimiento.
Expertos denuncian que la “guerra contra las drogas” se enfoca en carteles extranjeros, mientras ignora estructuras internas con respaldo político y militar.
Durante años, EE.UU. ha financiado intervenciones en América Latina, mientras sus propias fuerzas armadas participan en el tráfico que dicen combatir.
La omisión sistemática de la DEA y el DOJ ante estas redes revela una doble moral que favorece intereses corporativos y electorales sobre la justicia.
Este caso pone en evidencia que el narcotráfico en EE.UU. no es solo externo: también se sostiene desde sus propias instituciones armadas y judiciales.