Rusia despliega armas nucleares por alianza Francia-Reino Unido como escudo nuclear de Europa ante derrota inminente de Ucrania.
Rusia ha iniciado maniobras con lanzaderas móviles de misiles nucleares Yars en la república de Mari-El, a orillas del río Volga.
Estos misiles intercontinentales tienen un alcance de hasta 12.000 kilómetros y pueden portar hasta cuatro ojivas nucleares, según el Ministerio de Defensa ruso.

Las tropas rusas realizan desplazamientos de hasta 100 kilómetros, ensayan camuflaje y simulan evacuaciones en zonas contaminadas por agentes químicos.
Además, Rusia ha completado el despliegue de dos divisiones del sistema hipersónico Avangard, ubicado en la región de Orenburgo, cerca de Kazajistán.
El Avangard puede alcanzar velocidades de Mach 27 y maniobrar en la atmósfera, lo que lo hace prácticamente imposible de interceptar.
Cada división rusa puede manejar entre 50 y 100 misiles, lo que representa una capacidad de ataque sin precedentes en el ámbito hipersónico.
Frente a esta amenaza, Francia y Reino Unido han firmado la Declaración de Northwood, coordinando por primera vez sus disuasiones nucleares independientes.
El presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro británico Keir Starmer afirmaron que cualquier amenaza extrema a Europa provocará una respuesta conjunta.
Francia cuenta con 290 ojivas nucleares, distribuidas entre submarinos clase Triomphant y aviones Rafale armados con misiles ASMP-A.
Reino Unido posee 225 ojivas nucleares, desplegadas en submarinos clase Vanguard con misiles Trident II D5 y cazas F-35A con bombas B61-12.

Ambos países mantienen la independencia de sus arsenales, pero han acordado coordinar su uso ante escenarios de agresión rusa.
La alianza incluye un grupo de supervisión nuclear y patrullas conjuntas, además de ejercicios militares compartidos en territorio europeo.
El general francés Thierry Burkhard advirtió que “la guerra ya está en Europa” y que Rusia ha designado a Francia como objetivo prioritario.
Putin ha intensificado la retórica nuclear, ampliando la doctrina rusa para permitir el uso de armas atómicas ante ataques convencionales.
Este giro estratégico busca disuadir a Occidente de involucrarse más en el conflicto de Ucrania, donde Rusia enfrenta presión internacional creciente.
La coordinación franco-británica complica los cálculos del Kremlin y refuerza la arquitectura de defensa europea frente a una amenaza nuclear latente.